SOLO UNA OPORTUNIDAD
Jane volvió hacia mí su expresión anodina. En sus ojos no había nada, pero yo sentí que mi tiempo se había agotado. Ella ya había obtenido de mí lo que necesitaba. No estaba consciente de que también le había dado todo lo que pude al que leía la mente, y además había protegido los secretos de su aquelarre. Se lo debía. Él había castigado a Victoria y a Riley en mi nombre.
Lo mire con el rabillo del ojo y pensé gracias.
-¿Felix? –dijo con pereza.
-Espera. –interrumpió en voz alta el pelirrojo.
Se volvió a Carlisle y prosiguió con rapidez-: Podemos explicarle las reglas a la joven, no parecía mal predispuesta a aprenderlas. No sabía lo que hacía.
-Por supuesto –dijo Carlisle en seguida-. Estamos preparados para responsabilizarnos de Bree.
El rostro de Jane adoptó una expresión que parecía no tener claro si se trataba de una broma. Y si era tal broma, tenía mucha más gracia de lo que ella estaba dispuesta a reconocer.
-No hacemos excepciones –les respondió, divertida-, ni damos segundas oportunidades. Es malo para nuestra reputación.
Era como si estuviera refiriendo a otra persona. Jane era la policía de los vampiros. Y aunque aquellos polis vampiros fueran unos corruptos –realmente corruptos-, el clan de los ojos amarillos al menos lo sabía.
- Lo cual me recuerda… Cayo estará muy interesado en saber que sigues siendo humana, Bella. Quizá decida hacerte una visita.
- Se ha fijado la fecha –dijo la chica menuda del pelo corto y negro y la voz clara-. Quizá vayamos a visitarlos dentro de unos meses.
Jane se giro hacia Carlisle con su inexpresividad de antes.
- Estuvo bien conocerte, Carlisle… Siempre creí que Aro había exagerado. Bueno, hasta la próxima…
Y aquí de acababa todo, entonces. Seguía sin sentir miedo. Sólo lamentaba no haber tenido la oportunidad de contarle a Fred más acerca de todo aquello.
- Encárgate de eso, Félix .dijo Jane con indiferencia y con un gesto del mentón hacia mí-. Quiero volver a casa.
- No mires –susurró el pelirrojo.
Y cerré los ojos. Tratando de no sentir nada, hasta que escuche una voz muy dulce.
- Por favor espera Jane, te lo suplico detente.- Todos voltearon y la quedaron mirando, era Esme la que le rogaba a Jane para que no me eliminaran, arriesgando su propia vida (si a esto se le puede llamar vida) – Por favor Jane danos un plazo para demostrarte que podemos ayudar a Bree, ella no sabia lo que hacia, solo danos la oportunidad de enseñarle las reglas.
Era tan extraño para mi ver como un vampiro de arriesgaba tanto por mi, es decir recién me había conocido, pero le rogaba a Jane por mi vida como si yo fuera su propia hija, era todo esto tan raro y nuevo para mí, pero cuando mire el rostro de la tal Jane me di cuenta que también lo era para ella.
- ¿Tu estas osando refutar una orden que yo e dado? – dijo con una mirada penetrante, que hasta daba miedo, pero Esme no se intimido.
- No es eso, es solo que… ella no merece morir.
En ese momento el rostro de Jane cambio, algo en su mirada paresia como si dentro de ella estuviera planeando algo, pero a la vez este se convierto en un rostro tranquilo pero igualmente intimidante y aterrador, hasta que dijo:
- Esta bien – Todos se sorprendieron al escuchar esa respuesta, hasta los encapuchados – hoy estoy muy compasiva, creo que les daremos otra oportunidad.
- ¿Jane que dijiste? – dijo el que ya estaba preparado para asesinarme.
- Lo que escuchaste Félix, nos vamos y solo por esta vez dejaremos viva a esta neófita.- Todos se quedaron muy sorprendidos por su reacción, ya que sonaba como si fuera buena, pero algo, algo había en ella que no me satisfacía del todo, tenia una mirada, como si estuviera planeando algo, pero la vez se notaba que no trataba de pensar mucho en ello ya que al parecer ella también sabia que el pelirrojo podía leer la mente.
- Pero…-dijo Jane.- Les daremos muy pronto una visita, en la cual esperamos ver a la nueva Bella como vampiro, en la cual ya no habrá una segunda oportunidad.
Disiendo estas palabras me di cuenta que la humana se estremeció al escucharla. Hasta que partieron, dejando al claro donde nos encontrábamos en un profundo silencio.
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